Marcel Proust.

 Proust, en cierto sentido musical, es minimalista en la repetición de los temas. Primero como posibilidad, después como hecho y finalmente como recuerdo, variando el tono, como lo suelen hacer los músicos. Por eso pareciera que el tiempo no avanza y siempre estamos en el mismo lugar; la novela se hace lenta, como paladeando el instante desde diferentes ángulos del tiempo. Como  avanzando en una bicicleta sin ruedas. Excava el tiempo y si este ahora es ansiedad, lo suyo es pura melancolía, algo de Bach, repetitivo, donde los matices son el paladar del buen gourmet, o los aromas del vino.

La acechanza del tedio siempre esta presente en la obra tanto para los personajes como para el lector en un ejercicio que nos hace paladear la nada. Contrariando el terrible aburrimiento del que nos hablara Schopenhauer.

 También Proust es un impresionista al extremo donde no solo se aprecia lo visual, sino los aromas, los bordes, el tacto, los estados de ánimo, los puntos de vista –desde el presente, desde el pasado, desde el presente del pasado, desde el pasado del presente, abarcando todos los tiempos y posibilidades del lenguaje-
 Proust pareciera excavar en la nada, y de pronto, desde donde uno juzgaba como un lugar desechable, surgen imágenes como de una lámpara mágica.

1 comentario:

Ramiro dijo...

Me gusta la metáfora sobre la obra de Proust como una lámpara mágica, cuanto más se lee, efectivamente, más cosas se encuentr4an en las palabras.

http://ramiropinto.es/escritos-literarios/ensayos/un-escritor/escrito-es/sinopsis-proust/