La lengua

 Las lenguas no tienen reglas gramaticales, ni sintácticas, ni ortográficas. Allí donde existe una comunidad se desarrolla libremente y se adecua a las necesidades del grupo humano. Después, la razón, que casi siempre proviene del extranjero con fines de comercio o de conquista, intenta encontrarle una regla que siempre va  a tener excepciones, como si a un pino quisiéramos encuadrarlo en un triángulo y comprobáramos a cada paso que falta por aquí y sobra por allá.
 La lengua es como un guante que se adecua a nuestras necesidades y se vuelve flexible cuando lo requieren nuestros músculos, articulaciones o los dedos de la mano.
 El escritor debe lidiar con su lengua pero no al punto de sentirse su prisionero.

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